Las flores en el florero para bodas .Las flores cuentan además con su propia simbología secreta: las rosas rojas simbolizan la pasión, las azucenas y calas representan castidad y pureza, las violetas transmiten confianza mutua y las gardenias alegría. Conociendo estos significados proporcionaremos nuevos matices a nuestros adornos.
Los arreglos de flores para bodas nuestros mejores aliados, por su belleza, versatilidad y fácil combinación con otros elementos ornamentales. Las rosas blancas son las flores más tradicionales en las bodas de todo tipo (formales o informales, religiosas o civiles), y su elegancia asegura una celebración magnífica. Pero, no obstante, es también conveniente añadir un toque personal a nuestra boda, escogiendo flores diversas para combinarlas creativamente: callas, peonias, orquídeas, gerberas, lillium, gladiolos, etc.
Si nuestra boda va a ser en una iglesia, es conveniente elegir flores de colores ricos y variados, y de diversos tamaños y tipos de pétalo, para disponerlas en el altar y los laterales del presbiterio, decorados con un toque de modernidad. Las flores de colores muy vivos y llamativos, en ramos grandes cogidos con lazos a juego, o formando graciosas guirnaldas, son especialmente aconsejables para bodas diurnas. Hay que tener en cuenta siempre que las iglesias son lugares oscuros en general, por lo que conviene dar un toque de luminosidad, eligiendo arreglos florales llamativos, pero sin caer en el error de estridencias o bruscos contrastes. Otro detalle importante: las flores para decorar el pasillo central deben ser de la misma clase que las del altar.
Para el salón del banquete, lo ideal es decorar las mesas de los invitados con arreglos florales pequeños pero coquetos, recogidos, que no obstruyan el espacio físico de los comensales para comer y charlar con libertad. Pequeños centros de mesa circulares con unas cuantas flores en ramo o en forma circular, (por ejemplo, con lisantos y rosas de dos colores, o con calas blancas y rosas pastel) junto con algunas velitas y frutas a juego con el mantel y las servilletas, y algunas guirnaldas floridas en los techos y paredes del salón, a juego con los tonos de la mesa de los novios y los arreglos de los rincones y mesas auxiliares, serían más que suficientes. Mayor recarga ornamental sería incluso desagradable.
Los diseños más tradicionales apenas combinan más de tres tipos de flores diferentes, e incluso frecuentemente se limitan a uno solo, jugando con pocas variedades de tonalidades de la misma especie. Los diseños más informales prefieren en cambio combinar variedades mayores de especies y colores, y aunque más alegres y coloridos, si no se emplean bien pueden acabar siendo un mamarracho.
La altura de los centros de mesa florales debe atender a no molestar la cómoda visibilidad entre los comensales. Mejor disponerlos con flores grandes y redondeadas en vasos o tiestos bajos y achatados, en proyección horizontal sobre la mesa. O quizá sea buena idea colgar las flores sobre esbeltos soportes, pero a cierta altura, para que no molesten la comunicación visual entre invitados. También hay que atender a la forma y dimensiones de las mesas (redondas, rectangulares, ovaladas).
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